jueves, 19 de noviembre de 2015

Camino a la integración

Hablamos de empleo como un  cierto derecho constitucional para todos. Más que un derecho, un deber que hace que ese misterioso engranaje llamado ser humano cobra especial sentido. Un empleo es aquel molde  que afianza a la persona en sí misma y la integra de forma compacta en la vorágine social. En la normalidad.
Sin embargo, existen ciertos colectivos sociales que tienen un acceso más difícil hacia ese tan preciado sueño, el empleo, como es en el caso de las personas con discapacidad.
Para ponérnoslo más fácil, se ha apostado por la creación de centros especiales de empleo.
Deciden adquirir la categoría de especial cuando más de un 70% de los empleados de estos centros son personas con algún tipo de discapacidad.
Tanta es su efectividad que en nuestra provincia muchas localidades han optado por constituir como centro especial sus propios consistorios.
Es, cuanto menos loable, dicha iniciativa en una época de crisis aguda y de falta de pocas oportunidades.
Para una persona con discapacidad como yo centros especiales de empleo son una oportunidad,  una pequeña luz en un túnel a veces oscuro y sin salida..

Pero también  pienso en que deberían haber otras formas más simples, más comunes a la hora de integrar, de educar… Ojalá un día estos centros no se llamen especiales por contratar, educar, ayudar, formar a un mayor porcentaje de personas con unas características distintas a las demás, sino porque en ellos se encuentran personas sin  distinción alguna… ¿No será acaso eso el motivo más especial?