En este
mundo loco donde nadie se para y menos repara en sus semejantes, nace una
controversia acerca de si nuestros
futuros médicos, abogados, fontaneros, juristas y todos aquellos que velarán
por nosotros el día de mañana, hagan o no sus deberes escolares.
Unos dicen
que es mucho el tiempo que pasan entre sus libros, que deben jugar. Otros, en
cambio, lo consideran positivos para el desarrollo del niño.
Hay quien
dice que en el término medio está la virtud.
Me quedo en
esa mitad medio llena, medio vacía, pensando que no hay regalo más grande que
perderse en el juego de un niño. Pero también abogo por crear hábitos que les
sean útiles el día de mañana.
Vemos
impotentes como la actual moda NINI invade cada día nuestras calles, como no
ven más allá de la pantalla de su whatssapp. Como la marcha y el alcohol los
seduce, ya con sólo doce años, hasta la muerte.
No saben que
las cosas ya no vienen dadas. Hay que ganárselas con mucho esfuerzo.
Desgraciadamente
hoy sólo valen los mejores
Dejémosles
jugar, sí, que sigan siendo el sabor dulce de la vida.
Pero hagámosles
ver, y veamos también nosotros, que en su deber está el mañana, y que todos
dependemos de él.